Desde el primer momento, supimos que habíamos elegido la empresa de excursiones perfecta. Nos recibieron con una calidez y amabilidad que se sintieron genuinas, como si fuéramos viejos amigos reencontrándose. El personal no solo fue profesional, sino que se notaba que realmente disfrutaban de lo que hacían, y eso marcó la diferencia.

Nuestra primera excursión fue en una lancha rápida hacia Playa Palmilla, y comida en isla Saona, en una experiencia privada que nos hizo sentir como auténticos VIP. El mar turquesa y la arena blanca nos dieron la bienvenida, y no había nadie más a la vista; solo nosotros y la inmensidad de la naturaleza. Nuestro guía no solo se encargó de que disfrutáramos cada minuto, sino que además compartió historias fascinantes sobre la isla, haciéndonos conectar con el lugar de una manera muy especial.

La siguiente aventura nos llevó a la isla Catalina, esta vez a bordo de un catamarán. El viaje fue una auténtica fiesta: música caribeña, bebidas refrescantes y un ambiente relajado mientras navegábamos por aguas cristalinas. Tuvimos la oportunidad de hacer snorkel y maravillarnos con la vida marina, todo bajo la supervisión atenta y amable del equipo. Fue una combinación perfecta de diversión y relax, y cada uno de nosotros disfrutó a su manera.

No podía faltar un poco de adrenalina, y eso lo vivimos al máximo con una excursión en boogies. Aceleramos a través de senderos de tierra, rodeados de paisajes exuberantes, y terminamos en un cenote espectacular. El agua era tan clara y refrescante que nos quitó el cansancio al instante, con un brindis y un Dj se creó un ambiente mágico que se sintió como algo sacado de un sueño.

Para la cena, nos llevaron a disfrutar de una comida típica dominicana. Cada plato estaba lleno de sabores auténticos, desde el mofongo hasta el sancocho, y se notaba el cuidado en la selección de los ingredientes locales. Compartimos risas, anécdotas del día y brindamos por lo increíble que había sido la experiencia hasta ese momento.